Antígona, Ismene, Creonte,
Hemón, Tiresias… personajes muy conocidos de la tragedia griega de pronto se
rebelan ante su destino. Ése es el punto de inicio de Ismene, obra teatral con
la que Marisabel Contreras ganó el III Concurso de Dramaturgia de la
Universidad de Oriente, con un jurado integrado por Carlos Sánchez Delgado,
Omer Quiaragua Pinto y José Luís Gámez.
Obra singular, Ismene no
se apoya en fáciles paradojas para construir su juego dramático. Su
preocupación central es la misma que inquietaba a Sófocles, el gran trágico de
la antigüedad: el conflicto entre la fidelidad filial y las obligaciones
políticas, en un nivel primario, y el problema del alma y la fidelidad a sí
mismo, en un nivel un poco más profundo. Pero la actualización que hace
Marisabel Contreras del mito de Antígona, entre burlas y verdades, entre la
comedia y la tragedia (“una sátira teatral en la
que el actor y el personaje se discuten recíprocamente”, dice el veredicto), no pretende resolver un dilema que ya alcanza más de dos mil años. Si acaso, plantea nuevas preguntas, nuevas dudas.
que el actor y el personaje se discuten recíprocamente”, dice el veredicto), no pretende resolver un dilema que ya alcanza más de dos mil años. Si acaso, plantea nuevas preguntas, nuevas dudas.
Escrita en un tono donde se conjugan admirablemente el estilo elevado y el cotidiano, Ismene se despliega como un abanico de lecturas posibles, sin abandonar nunca el sentido del espectáculo.
Por Rubi Guerra,
Coordinador de Actividades Literarias de la UDO
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